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Iré recorriendo el abanico de causalidades que ocurren alrededor de lo que más me gusta hacer: comunicarme.
Despojándome de todo ego, el valor más preciado de este espacio será el efecto que mis escritos puedan producir en cada uno de los lectores.

En la sección "Temas" podrás elegir cómo acercarte a mí. Y también hay mucho lugar para la Amistad, y para un convidado de lujo: El Tango
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Marta Pizzo

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sábado, 3 de marzo de 2012

EL TANGO Y YO

Se ve que estuvo siempre ahí, tan presente, acariciándome desde la mismísima cuna… Y ya sabemos que lo que se mama no se desprende. Su melodía convivió conmigo en innumerables ocasiones, pero si hay algo que tengo impregnado en la parte más memoriosa de mi alma, son las tardes previas a la nochebuena en las que, ya desde temprano, se escuchaba sonar en el tocadiscos de mi casa mientras estábamos de preparativos (también guardo en mi olfato el olorcito a carne asada que emanaba de nuestra parrilla o de la de algún vecino).
Mi viejo fue un chapista que laburaba en La Corporación, y a fines de los años 50 dejó su Boedo natal para mudarse con su mujer y sus dos primeras hijas a la Provincia de Buenos Aires, más específicamente a San Justo, La Matanza. Allí tuvo acceso a la vivienda, un chalet que se construyó con el crédito Eva Perón, a pagar en 30 años, y se puso un almacén en un mercadito del barrio. Una verdadera locura irse al “campo”, según su familia paterna. Con el tiempo, Don Humberto levantó un galponcito en el fondo de la casa y allí, en el horario de la siesta, se dedicaba al cuidado de sus canarios y a la reparación de paraguas (increíble, ahora se tiran!!!!). Gran compañía era la radio, cuyo dial estaba “clavado” en su programa favorito a esa hora “La danza de la fortuna”. Se entretenía con la quiniela y –sobre todo– con los tangos. Y ahí es donde entro yo (su tercer nena, gestada en esa casa), que siempre feliz le hacía de peón, y lo miraba trabajar. Ese germen quedó instalado.
Los tangos para mí eran algo cotidiano, en esa época no me preguntaba porqué me gustaba o no una música; escuchaba, memorizaba, bailaba. No les prestaba especial atención a las letras pero las aprendía y me encantaba hacer mímica (así se le decía). Ponía la radio y con una escoba jugando de micrófono, actuaba frente al espejo. Cantaba como si fuera Julio Sosa (mi preferido), Jorge Sobral, Enrique Dumas, Raúl Berón… y obviamente Tita Merello, Virginia Luque, Nelly Omar. También me gustaban mucho Lolita Torres y Violeta Rivas. Así fue que mis padres decidieron regalarme una guitarra (de Antigua Casa Nuñez) que aún conservo. Hasta hoy retengo el perfume de la madera dorada, hermosa, brillante… Estudié música unos 5 años. La profesora, Lidia, los sábados que teníamos ensayo con “Las pequeñas guitarras del alma” grupo instrumental, me hacía ir más temprano que mis compañeros para afinar todas las guitarras (éramos como 15). Decía que yo tenía un muy buen oído. Nos enseñaba bastante folcklore, y participábamos en concursos que organizaba la Municipalidad. También formaba parte de un dúo “Marta y Nora”, con mi amiga Nora Goijman, en el que cantábamos folklore y nos acompañábamos. El tango no estaba muy presente allí, y menos en la escuela.
Ya en la adolescencia la teoría y el solfeo me aburrían bastante, y dejé, porque además la profesora se mudó de barrio. En la escuela secundaria el tango directamente no existía. Principio de los ´70, comencé a escuchar Sui Géneris, Spinetta, Moris, Vox Dei, Pedro y Pablo, Raúl Porchetto, Litto Nebbia, Pappo… Al terminar los estudios tuve que salir a trabajar ya que mi papá falleció cuando yo tenía 15 y entonces había que ayudar en casa. En ése momento fue cuando comencé a escribir mis primeras letras; a los 18 hacía coros en un conjunto de rock y ya cantaba algunas canciones propias. ¡Nada de tango!
Luego vinieron tiempos difíciles para mí en lo personal, de mayor responsabilidad, en un país de seres que cometían atrocidades desde del Estado y hubo quienes casi ni nos enteramos. La música que sonaba en las radios venía de otros lares. Fines de los ´70 y casi hasta 1981 es como que tengo un paréntesis musical, en el que circunstancias como el trabajo, problemas familiares, y el hecho de ignorar muchos de los horrores que estaban ocurriendo, siento que hicieron que me aleje un poco de la música nacional. Pero ahí entró en mi vida, con todo lo que eso significó y significa para mí, Joan Manuel Serrat. Yo creo que él fue también nexo entre la música, la poesía, el tango y yo. Porque a pesar de que él es catalán… el Nano ¡¡¡tiene actitud tanguera!!!
Mediados de los ´80, ya casada, habiéndome mudado unos años a Bariloche, con mi primer hijo, entre pañales y nostalgias, yo seguía escribiendo poemas, cantaba canciones de María Elena Walsh, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez… y escuchando mucho rock nacional. La guerra de Malvinas y el retorno a la democracia habían hecho lo suyo. En tango, me llamaban la atención las letras de Eladia Blázquez; sentía que me representaban.
Ya de regreso a Buenos Aires, años ´90, uno de esos poemas, que fotocopiaba y daba a conocer a mis amigos, llegó a manos de Quique Rassetto, un guitarrista, compositor, que había trabajado conmigo en el Banco Provincia. Recuerdo siempre sus palabras: “Esto es un tango –dijo–. ¿Me permitís que intente ponerle una música? Era la letra de “A mi calle”, originalmente llamada “A mi calle Bermúdez”, dedicada a la calle de aquél chalecito de Villa Luzuriaga en que me crié. Ese es mi primer tango.
De ahí en adelante no paro. Reconozco con honestidad que no sé mucho de historia del tango, ni de sus orquestas, autores, compositores… Yo siento que entré a él por otra puerta, por la puerta natural de una nena que vivió su infancia escuchándolo, en esos años donde las radios lo pasaban cotidianamente. Y encontré, sin buscarlo, en su melodía, un maravilloso “envase” donde dibujar mi impronta con las letras. Las causalidades de la vida hicieron y hacen lo suyo.
Espero seguir aprendiendo de los maestros poetas de otras épocas y de los contemporáneos, seguir pudiendo expresar lo que veo a mi alrededor, seguir conociendo intérpretes, músicos, tan talentosos!!! y –sobre todo– continuar disfrutando mientras esto ocurre. Yo me considero una escritora de poemas que hablan de lo que nos pasa, desde lo cotidiano y sencillo.

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